Mindfulness. Atención plena.


Quizás ya habéis leído o escuchado alguna vez hablar del Mindfulness, pero ¿qué es realmente?, ¿en qué consiste?.

Mindfulness es un término anglosajón que no tiene traducción al castellano, y que podríamos traducir como la atención o la conciencia plena sobre nosotros y sobre lo que nos rodea.
Uno de los referentes para el mindfulness es la meditación, centrarse en el momento presente de forma consciente, reflexiva y activa.

La atención plena y el mindfulness trasciende del control fisiológico y de la relajación y el biofeedback, es un sentido más amplio, un sentido de vida.
Comprende una observación completa, en un momento temporal concreto, es la valoración y la reflexión de carácter no valorativo. Es observar, sin valorar, aceptando los procesos y las experiencias tal y como se da. Basada en la cultura oriental, y es del budismo de donde se nutre principalmente.

En definitiva, es vivir el momento presente, sin valoraciones. Es una aceptación sin condiciones de la experiencia.  Es centrarse en el momento presente, en el aquí y ahora, de una forma global, sentir las cosas y mis sensaciones y experiencias tal y como suceden, sin buscar el controlarlas o valorarlas y mucho menos, justificarlas o cambiarlas.
Es un momento de relajación, de contemplarse a sí mismo, sintiéndo lo que me sucede, notándolo, y siendo consciente de ello. Esto nos permite ver lo que está sucediendo o lo que va a suceder de una manera completa, como un todo, centrándonos en las emociones y los estímulos sin interpretaciones.
Es común que al intentar explicar y darle sentido a nuestras emociones las desvirtualicemos, porque no podemos explicar lo que realmente estamos sintiendo. El mindfulness nos indica que no sustituyamos lo sentido por lo verbal.
Debemos ser observadores de nuestro propio yo, ahora y con nuestras circunstancias, ser conscientes de ello, y dejar que unas sensaciones nos lleven a otras sin adulterar la experiencia.

Todo esto nos abre unas nuevas posibilidades de relajación y de aceptación, ya que no existe lo positivo y lo negativo, sino la aceptación de la experiencia tal y como es. Es aceptar las vivencias positivas y negativas sin darles esa valoración, sino lo que son, sin matices impuestos, así esto nos permite no sentir rechazo, ni malestar, ni enfado, porque en realidad no son ni positivas ni negativas, sino tal como son.

Así, según este modo de entender, el control supone la aceptación y una ausencia de control en sí. Es elegir de forma activa una experiencia y vivirla y sentirla de manera natural, de esta forma, se siente la libertad.

Es más que un proceso de relajación y de meditación, pero puede ser muy útil para controlar el estrés y las sensaciones de saciedad que en muchas ocasiones tenemos en nuestro día a día.

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